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quedó abierta una segunda brecha; el 21 estaban accesibles una y otra; pero deseoso el general de no llegar á un asalto, mandó formar, esta noche, otra batería por la parte del Sur, para batir el porton, á fin de facilitar la rendicion de la plaza, poniéndoles á la vista el allanamiento de sus murallas para el avance. Todo este dia se concibieron firmes esperanzas de abreviar el sitio, con la noticia de que nuestra escuadra salia de la ensenada, en virtud de la última órden del general, de las circunstancias con que se la daba de los rumores del vulgo que pedia justicia contra el capitan, y finalmente en virtud del aviso que tendria de la sumaria que se le formaba.

Los dias 22 y 23 se tiró siempre á las brechas, á fin de allanarlas mas y mas; y haciendo tiempo á que nuestra escuadra se dejase ver, persuadidos á que mientras no viesen cortada su retirada por el rio, jamas pensarian en capitular: por la noche hubo un continuado fuego de fusilería, bombas, granadas y metralla; pero á nada respondió la plaza sino con 8 bombas que la noche del 22 arrojó á nuestras trincheras, sin causarnos daño alguno. La del 23 se abrió una entrada encubierta, para una mampostería que se concluyó el dia 24 frente de las frechas, para que los fusileros pudieran de dia con seguridad, no solo impedir sus trabajos sobre ellas, sino tambien el manejo de los cañones por aquella parte. Este dia y el 25 hizo nuestra artillería un vivo fuego, para desmontar los suyos, y mantener una y otra brecha siempre accesibles, haciendo tiempo á que nuestra escuadra se presentase, siquiera al horizonte, por haber considerado que esto podria inclinar y aun precisar á la plaza á una capitulacion, viéndose los moradores de ella por solo este medio imposibilitados para socorrerse, y tambien para retirarse; pero la escuadra no apareció.

1762.

Id.

y tenientes coroneles.

El 26, habiendo visto que con algunas horas de viento Junta de capitanes favorable no se divisaba, determinó el general tomar medidas para no perder mas tiempo. En esta atencion juntó toda la oficialidad á consejo de guerra, para deliberar sobre el asalto, y sin faltar voto alguno resolvieron todos los capitanes y tenientes coroneles, que se avanzase cuando S. E. hallase con

1762.

La plaza disparaba

una metralla irregular.

Los dos bergautines

volvieron

á la plaza.

veniente, haciendo primero á la plaza la última reconvencion, á fin de darla con ella occasion de evitar las desgracias que son consiguientes al asalto. El cañon continuó todo el dia, y por la noche las bombas, granadas y fusilería, disparando tambien de rato en rato algunas cargadas á metralla.

El 27 se notó lo que ya se habia visto en los antecedentes, esto es, que sobre hacer muy poco fuego la plaza, disparaba con una metralla irregular, y que denotaba echarse mano de ella por faltar municiones; y así veían venir de su cañon clavos, fragmentos de hierro y tambien granadas en lugar de balas; y aquellas que realmente lo eran, se conocia con evidencia que se habian disparado de nuestro cañon, y las habian recogido para volverlas á enviar, como tambien nosotros lo habíamos ejecutado con mas de 500 que se recogieron de diverso calibre en nuestras baterías, trincheras y acampamento.

Este dia se vieron volver á la plaza los bergantines que habian salido el 14 y de quienes se habia conjeturado que se dirigian á la costa del Brasil. No fué así; uno solo siguió ese rumbo, y se retiraron los 3 despues de haber cargado en nuestras costas del sur bastimento y víveres á su satisfaccion. Sabiéndose tambien, que se dió aviso de esto al capitan de fragata que podia impedir este socorro, y aun apresar estas embarcaciones por estar inmediatas á su escuadra; y tuvo la libertad de responder al denunciante, que no era guarda de oficio, ni habia venido de España á atajar los contrabandos. Todavía se esperó á este gran capitan hasta la tarde, porque tenia viento largo por el sudeste, para venir en 3 horas al paraje que se le habia prevenido; mas no habiéndose visto, se determinó despachar un tambor á las cuatro y média de la tarde, á las puertas de la plaza, para saber de su gobernador si recibiria la reconvencion que se le haria por escrito. La respuesta se dió por la guardia del porton, dando permiso para que pudiese llegar con ella uno ó mas oficiales. Inmediatamente se despachó con el capitan de infantería D. José Molina, y los dos ayudantes de campo de S. E., y habiéndola recibido en la puerta el coronel D. J. Ignacio Alméida, dijo que se responderia dentro del dia, ó á la mañana del siguiente, y

que entre tanto cesasen las hostilidades, y los trabajos de una y otra parte, lo que les fué concedido, en atencion á haber dado por casual hallarse gravemente enfermo su gobernador.

El 28, á las 9 de la mañana, respondieron con una carta en que preguntaban á nuestro general, cuáles eran las condiciones con que queria la rendicion de la plaza. Le extrañó esta pregunta tan extraña, y tan contraria á todas las leyes y estilos de la guerra; y así se les respondió, que la plaza debia formar los artículos de la capitulacion como le pareciese, y que esto lo ejecutase en término de dos horas; y que no haciéndolo estaba dada la órden para continuar el fuego. Que si en ese tiempo le presentaban los mencionados artículos, reservaba para entonces S. E. el derecho de conceder, negar, segun lo regular ó irregular de sus peticiones.

1762.

Se preguntó con qué condiciones

se queria.

Respuesta.

del tiempo

para capitular.

Á las 12 1/2 llegó un tambor tocando llamada á la trinchera, Se pidió proroga para preguntar si habia lugar de que dos oficiales de la plaza pasasen á hablar al general. Se dió parte, y luego S. E. dió el permiso para que llegasen al acampamento, como efectivamente llegaron á la 1 y 17 minutos, estando S. E. comiendo con el capellan mayor, y 14 oficiales que lo acompañaban. Eran los enviados un teniente coronel y el oficial de la real hacienda, cuya comision se reducia á pedir, que prorogase el tiempo para capitular, hasta el dia siguiente por la mañana, respecto de haber de concurrir á deliberar sobre ello los distintos cuerpos de la tropa, comercio y vecindario. Quisieron tambien indagar el ánimo del general, de quien tenian un rigoroso tratamiento, por suponerle (sin fundamento alguno) desafecto á su nacion; pero en una palabra les aseguró, que estaba inclinado y pronto, no solo á concederles todos los honores militares, sino á complacerles tambien en todo lo demas que pudiese, sin perjudicar al servicio del rey ni á su honor.

Estos confirmaron lo que se nos habia dicho de hallarse enfermo su gobernador; pero ocultaron la calidad de su accidente. El tambor que se detuvo en la trinchera media hora, dijo al comandante de ella, que quedaba gravemente herido de un casco de bomba, que el coronel Alméida que mandaba en su

T. VI.

13

Enfermedad

del gobernador. >

1762. Estragos

lugar, habia estado herido en un brazo; que eran muchos los muertos en la plaza, que todo el caserío estaba incapaz de hechos en la plaza. habitarse, y que las mujeres, criaturas y el resto del pueblo estaba consternado, pidiendo con lágrimas la capitulacion, particularmente desde que vieron las brechas allanadas y que los mismos Portugueses salian por ellas, como se observaba desde los ataques. Todo esto nos inclinó á creer que deseaban la capitulacion con sinceridad y buena fe; pero no fué así, porque á Respuesta frívola. las ocho y média del dia 29 respondieron que habia algu

Órden

para que continuase el fuego.

Parlamentarios.

Preparativos para el asalto.

nos capitanes ausentes en los bergantines, sin los cuales no podia celebrarse el consejo de guerra, y que respecto de que no podrian estar en la plaza hasta pasados 3 dias, quedaba al arbitrio de S. E. el esperar ese tiempo, ó continuar las hostilidades. que quisiese.

Es indecible la indignacion que el general padeció con una respuesta tan frívola. Mandó que inmediatamente hiciesen fuego las baterías, y que se continuase de dia y de noche, sin cesar mas que el tiempo preciso para refrescar los cañones y morteros, y que á excepcion de la iglesia, se demoliesen los edificios, y se batiese toda la ciudad hasta reducirla á polvo, y finalmente que los 2 cañones puestos en la parte del sur, disparasen continuamente por elevacion á la parte donde se sabia estar abrigadas las familias. En consecuencia de esta órden se batió la ciudad con 20 cañones 7 horas, haciendo todo el efecto que se deseaba, hasta que á las 4 de la tarde vino el tambor tocando la llamada para avisar al comandante de la trinchera que venian dos oficiales diputados para hablar á S. E.; sobre la marcha se le respondió que habia órden del general para que á ningun oficial se le permitiese salir de la plaza, sino era para traer el proyecto de la capitulacion y la noticia de quedar rendida.

Entre tanto que el tambor dió su respuesta, mandaba S. E. continuar todos los preparativos necesarios para dar esta noche el asalto general que estaba ideado, por diversas partes á un tiempo, con la mas bella disposicion que podia desear nuestra tropa, la que estaba impaciente por llegar al lance; pensando

siempre que esta llamada última de los Portugueses se dirigia á ganar tiempo y á reparar sus trabajos; pero luego se vió que no, porque efectivamente venian con la capitulacion arreglada en 19 artículos.

Esta se dará al público con brevedad y correspondia insertarla en este diario, pero falta el tiempo; y bastará decir por ahora, que, despues de algunas cortas diferencias, se estipuló que el mismo dia 30 por la tarde ocuparia nuestra tropa las dos brechas y la puerta colorada de la cortina inmediata á ellas. Que el 2 de noviembre á las 2 de la tarde saldrian por la brecha los granaderos portugueses y demas tropa, con todos los honores militares, y desfilando por el frente de la nuestra, ocuparia esta inmediatamente el porton, murallas, baluartes y demas puestos de la ciudad.

En consecuencia de este artículo, y para evitar la confusion, se mandó al ingeniero D. Antonio Aymerich, que dispusiese ántes la evacuacion y limpieza de los cuarteles, y al capitan de artillería que hiciese inventario de todo el tren de artillería, pertrechos y todo lo demas que hubiese en los almacenes del rey, sin exceptuar el vestuario nuevo que estaba prevenido para toda la tropa de la plaza, y de todo lo que se halló se dará una minuta al pié de la capitulacion: advirtiendo únicamente de paso, que la artillería se ha encontrado buena y muy numerosa, y la plaza capaz de resistir á un sitio de 8,000 hombres con tal que la guarnicion quisiese resistir.

El dia 2, á la 1 del dia, se tocó en el campamento la asamblea; á las 2 la marcha, y se puso la tropa en movimiento con el siguiente órden. Los lacayos de S. E. con un caballo cubierto: 4 dragones con sable en mano, dos capitanes, el capellan mayor y el auditor de guerra, todos á caballo. Seguia el mayor general con 12 dragones á pié, detras de ellos venian tambien á pié y formados 2 trompetas, 2 trompas y 2 timbales que alternaban con las cajas y pifanos que batian ya la marcha dragona y ya la de infantería. A 2 pasos de distancia seguia S E., que se hacía distinguir por su bizarría, por su caballo y por la urbanidad con que saludaba en toda la carrera á un innumerable

1762.

Capitulacion.

Órden para la evacuacion de los cuarteles.

Púsose la tropa en movimiento.

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